En su última intervención en el debate del domingo, Gabriel Quadri hizo una pausa para enfatizar que haría mención de algo que consideraba importante. Utilizó su minuto final para pedir el voto a todos aquellos a quienes gusta su candidatura, pero que aún dudan de sufragar por él. ¿Expresión cándida o desesperada? Candidez si piensa que votantes informados separarán su persona e ideas en esta campaña de la única voluntad que mueve al partido que le invitó a la misma. Desesperación si ya le tomó gusto a la política y no sabe cómo salir del cuento alimentado por él mismo de que es un “candidato ciudadano”. Para Quadri ha llegado la hora de la definición.

Habría que hacer una encuesta para saber qué partido carga con mayor estigma, el Verde Ecologista de México o Nueva Alianza. Uno es sinónimo de baratísimo oportunismo. No es pleonasmo, es que incluso hay de oportunistas a oportunistas. El otro, de fachada, de instrumento ideado para servir a otros intereses y agendas. A esta agrupación Quadri decidió unir parte de su vida profesional y aportó, de entrada, su prestigio profesional. ¿A cambio de qué tomó esa decisión? Nunca fue del todo claro, pero quizá hoy eso sea ya poco relevante. Es tiempo de cuestionar a Quadri sobre a dónde va su candidatura, a quién va a hacer beneficiario de su esfuerzo y de su talento, que le han hecho merecedor de simpatías y preferencias que ya se notan de manera consistente en los sondeos.

Decían el otro día en el Twitter que el mensaje de Quadri funciona en mentes débiles. Si uno ve la calificación que este candidato obtuvo en ejercicios organizados por los diarios Reforma y 24 Horas para evaluar el debate, constata que el truco ha llegado a un punto muerto: obtiene las más bajas calificaciones.

En Guadalajara, Quadri no tuvo un mal desempeño, lejos estuvo de eso. Destacables fueron su propuesta de hacer un pacto a favor de no criminalizar mujeres que aborten; su planteamiento de incluir a China en la ecuación del futuro para México, su crítica de que las cuentas de López Obrador no salen y el cuestionamiento por la contradicción de que un candidato de izquierda quiera mantener subsidios que benefician a los más ricos. Y sin embargo, eso ya no funciona porque los ataques de Josefina Vázquez Mota a la líder del magisterio han dado frutos. Elba Esther Gordillo ya se convirtió en un factor negativo en esta elección. Enrique Peña Nieto ya dijo que no estaría en su gabinete, a la panista le da oxígeno y a Quadri lo ha dejado atrapado.

El candidato es el único defensor de una causa perdida. ¿Qué hará con los 3, 4 ó 5 puntos de votación que se ha ganado a pulso? ¿Se los dará a la maestra Gordillo a cambio de nada? ¿Está seguro que no será víctima de una operación tipo “uno de tres”, como la que le aplicaron a su antecesor Roberto Campa? Hace seis años en Nueva Alianza sacrificaron al candidato para apuntalar al PAN, ahora ¿alguien descarta que el candidato del PRI no necesitará de los votos aliancistas ante un fortalecido cierre electoral de Andrés Manuel López Obrador?

En esos últimos segundos del debate del domingo pensé que Quadri anunciaría que se queda en la política, que defenderá desde Nueva Alianza o fuera de ese organismo una agenda que ha venido enunciando, ideas que han gustado a más de uno. Que diría que tiene algo que aportar al país como político además de lo que ha hecho a favor de un partido desprestigiado. Que no es un títere, que lo suyo no fue una farsa. Que no aceptará una chamba en gabinete alguno. Que tomó nuevo gusto a lo político y que los que le han creído pueden contar con él después del 1 de julio. Y que va luchar por ellos a pesar de Elba Esther Gordillo. Pero no sabemos si ya le avisó a la Maestra, a la figura que tanto disgusta a muchos, entre ellos sin duda a algunos de los que han encontrado atractiva su candidatura. A ver si la Maestra no le da pronto una lección de realpolitik a Quadri. A ver quién se deslinda primero de quién. ¿Decidirá Quadri eso o lo decidirán por él?

Salvador Camarena

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Es periodista y conductor de radio.

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